martes, 20 de febrero de 2007

BUSH INTENTO IGNORAR INFORME DEL PENTAGONO SOBRE PELIGRO CLIMATICO

El hecho de que el presidente George W. Bush haya intentado ignorar un Informe Secreto del Pentágono advirtiéndole sobre los peligros del severo cambio climático para Estados Unidos y el mundo, confirma el incomprensible desinterés de la Casa Blanca por un fenómeno inevitable, considerado en Washington como una "verdad inconveniente" para los intereses norteamericanos.
El peligro del calentamiento de la tierra, que ya comenzó con este siglo -según cientificos del mundo que a petición de la ONU analizan el tema desde hace 20 años-, parece recién interesar oficialmente a Estados Unidos, más bien al presidente Bush, que acaba de aceptar públicamente en enero del 2007.
Casi por obra de magia, al reconocer Bush en su discurso a la Unión los peligros climáticos, se movieron en el mundo los mecanismos científicos para tratar de evitar una catástrofe mayor. Porque...sin Estados Unidos nada se puede hacer a nivel mundial. Ni la paz ni la guerra.
Mucho antes que el incrédulo republicano Bush, el ex Vicepresidente demócrata de Estados Unidos Al Gore había lanzado en Europa una alerta mundial sobre esta "verdad inconveniente" para evitar a tiempo un exagerado calentamiento de la Tierra, tema que monopoliza el interés científico desde los años 80.
Al Gore ha viajado por todos los rincones de Estados Unidos y ha hecho varias giras europeas para alertar las conciencias sobre el peligro de profundas alteraciones climáticas debido al aumento incontrolado de los denominados gases de efecto invernadero, subrayando esencialmente que "tenemos todo" lo necesario "para frenar" el calentamiento, "salvo voluntad política".
Un mensaje directo a la falta de voluntad política del gobierno de su propio país y de otros países del mundo, reacios a tomar conciencia del "peligro real" que amenaza al hombre, considerado como el propio "responsable" de tal amenaza por 500 climatólogos, paleontólogos y glaciólogos del mundo reunidos por la ONU en París para aprobar un cuarto "diagnóstico" del mal, desde un primer informe de alerta publicado en 1990.
Los mismos científicos concluyeron sus debates responsabilizando a los sectores políticos por no haber adoptado oportunamente las medidas de urgencia para evitar el hoy inevitable cambio climático. Lanzaron una nueva voz de alarma en el marco de un "diagnóstico compartido" por 100 países, aunque las primeras tres alertas convenientemente fundamentadas por ellos no tuvieron mayor eco entre los gobiernos del mundo, particularmente en una Casa Blanca que concentrada en la Guerra de Irak insistía en ignorar la magnitud de la amenaza.
Entre el clima y la guerra, Bush tiene dudas.
Incluso, ha sido tal el desinterés norteamericano, que el diario británico The Guardian denunció que un grupo de presión fundado en Estados Unidos por un gran petrolera mundial ofreció dinero -unos 10.000 dólares (7.700 euros)- a científicos y economistas internacionales para boicotear, deacreditar, anular, minar o disminuir el informe de los expertos reunidos en París. El diario español El País precisó -al hacerse eco de la denuncia- que se trataba del "think-tank" The American Enterprise Institute (AEI), fundado por la petrolera ExxonMobil, ligada al presidente Bush,
Cuando el río suena es porque piedras lleva.
Mucha agua correrá aún por el río de la discordia, de la polémica, antes de que se logre el necesario consenso político para destinar los recursos y adoptar las medidas adecuadas para paliar los efectos de este peligro que no deja de amenazar a la Tierra.
"El cambio climático es como la ley de gravedad: afecta a todos y no es objeto de la discusión política" tan necesaria para "reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la economía", explicó Al Gore en su última visita a España, donde ha sido publicada la versión en español de su libro "Una Verdad Incómoda" - verdad de la que Estados Unidos se ha resistido oficialmente a hablar -, ya traducido a 23 idiomas y que ha vendido 700.000 ejemplares en inglés.
Una película basada en este libro, ya vista el año pasado por miles de espectadores en Estados Unidos y en Europa, fue galardonada el 25 de febrero con el "Oscar al Mejor Documental" y el "Oscar a la Mejor Canción", al tiempo que el nombre de Al Gore suena desde ya como candidato al Nobel. Al recibir en Los Angeles el prestigioso galardón, el ex Vicepresidente de Estados Unidos subrayó que preocuparse de los cambios climáticos es más "una cuestión moral" que política.
Para Bush, ni Oscar ni Nobel.
Tanto en el documental como en el libro, Al Gore explica sin ambiguedades el "desinterés" del Gobierno de Bush por este grave problema que amenaza al Mundo, recalcando que "la verdad" sobre el calentamiento de la Tierra es particularmente "incómoda" e inconveniente para ciertos dirigentes políticos y poderosas empresas, como las petroleras, que ganan mucho dinero con actividades "que saben muy bien que tienen que modificar drásticamente" para garantizar la "habitabilidad del planeta".
"Los mismos que durante años negaron el problema ahora dicen que es demasiado grande para atajarlo (...) Podremos ser recordados como la generación que destruyó la Tierra o como la que afrontó la amenaza", insistió Al Gore en Madrid, un par de semanas antes de recibir en Los Angeles el Oscar 2007
Muchos pueden sospechar en que campo se puede ubicar a Gore y a Bush.
Bush ya esta jugando contra el tiempo. Le queda ya poco tiempo para entregar el mando de la Casa Blanca y sus esfuerzos por luchar contra el cambio climático no pasarán a la historia.
Su gobierno tenía desde 2003 a su disposición un detallado "Informe Secreto" que el propio Pentágono había solicitado a grandes especialistas en escenarios estratégicos del futuro, que pusieron el dedo en la llaga sobre la necesidad de aplicar urgentes medidas para amortiguar los crecientes y reales peligros captados en sus investigaciones.
Este "Informe Secreto del Pentágono sobre el cambio climático", preparado por Peter Schwartz y Doug Randall a petición del consejero estratégico del Pentágono Andrew Marshall, permite "imaginar lo inimaginable" con respecto a la amenaza climática, para "comprender mejor sus eventuales consecuencias sobre la seguridad nacional de Estados Unidos".
A pesar de que el resto del mundo comenzaba a inquietarse, Estados Unidos evitaba inmiscuirse en el debate y comprometerse a luchar a tiempo contra el calentamiento terrestre. Solamente en enero del 2007, Bush reconoció públicamente la necesidad de tales medidas al referirse a la conservación del medio ambiente en su discurso sobre el estado de la Unión.
Casi coincidiendo con la decisión de Bush se reunían en París los expertos mundiales en climatología, pero el encuentro en el seno del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), había sido programado con antelación, siguiendo las pautas de un encuentro similar realizado hace cinco años para tratar de explicar en forma "terrenal" el calentamiento de la Tierra y acelerar con urgencia las recomendaciones destinadas a los Gobiernos para paliar sus efectos.
El IV Informe de Evaluación preparado con la participación de 3.000 investigadores y puesto en manos de los "Responsables de la Gestión Política", lanza una seria advertencia a los Gobiernos del mundo, subrayando que si no adoptan drásticas medidas para reducir con urgencia las emisiones de gases con efecto invernadero, las consecuencias serán mayores de lo previsto.
Los especialistas insisten en que el hombre tiene la mayor culpa en el daño de su propio planeta.
Durante el Siglo XX la temperatura promedio de la tierra subió en 0,8 grados centígrados. Los Polos han sido los que más han sufrido sus efectos, habiéndose constatado peligrosos deshielos, al tiempo que el nivel de los océanos subió en 17 centímetros en los últimos 100 años.
Los científico alertan sin ambiguedades que si no se adoptan las medidas de urgencia y si desaparece -por ejemplo- el hielo que hoy cubre Groenlandia, el nivel del mar subiría de tal forma que amenazará seriamente la existencia de muchos pueblos costeros del mundo.
Los cambios climáticos provocarán en el Siglo XXI una subida de las aguas de 28 a 43 centímetros y un aumento de la temperatura media entre 1,6 y 4,0 grados centígrados, de acuerdo a la cantidad de gases de efecto invernadero que sigan emitiéndose a la atmósfera, y de las medidas que sean adoptadas para frenar sus efectos.
Este es un pronóstico que no deja pauta a dudas políticas.
Ya en 1990 los científicos habían constatado que la Tierra estaba calentándose "más de lo normal" debido al efecto invernadero, en 1996 aseguraron que era ya "detectable" el calentamiento global debido a la responsabilidad humana, y en 2001 vaticinaron que el cambio climático va a "durar siglos".
En 2007 confirmaron sus temores, subrayando como "evidente" el peligroso calentamiento del sistema climático y considerando "inequívoco" el "incremento de las temperaturas medias globales tanto del aire como de los oceános, del derretimiento de las nieves, de los hielos y el aumento del nivel del mar".
La creciente amenaza sigue al acecho.
Incluso, los autores del Informe del Pentágono indican que "más de 400 millones de personas que viven hoy en las zonas subtropicales áridas" del mundo, frecuentemente super-pobladas y económicamente pobres, se verían particularmente afectadas por las consecuencias del cambio climático que representan "una grave amenaza para la estabilidad económica, social y política" internacional.
En honor a la verdad, el Pentágono hizo preparar este Informe con el fin de prevenir el impacto que tendría para la seguridad nacional de Estados Unidos un brusco cambio climático. Y en este posible impacto negativo no están descartadas las grandes migraciones procedentes de América Latina, Asia o Africa.
"La administración norteamericana, bajo presiones del lobby petrolero, había silenciado este documento", al que el Pentágono "le otorgaba la importancia más relevante", señalan los editores franceses del "Informe Secreto", editado en libro de bolsillo en Francia tres años después de ser recibido por la Casa Blanca.
Bush, petróleo, guerra y clima.
Un capítulo importante en el legado político que dejará la actual presidencia de Estados Unidos.
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